Los huertos urbanos, tan de moda en los últimos años, tienen una extensa historia a sus espaldas en la que se mezclan razones de subsistencia, decorativas y sociales, como sostienen los autores de “Raíces en el Asfalto”, que trazan el proceso histórico de estas pequeñas granjas verdes.
Uno de los dos autores del libro “Raíces en el Asfalto”, José Luis Fernández, es responsable de Huertos Urbanos de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid y explica el origen de los huertos urbanos y las transformaciones que a lo largo del tiempo han ido sufriendo, así como las razones por las que se han instalado en unos u otros lugares, y en una época o en otra.
En el libro, sus autores han forjado un término que ilustra la filosofía de su contenido: la ‘Huertopía’. Con el término Huertopía, explica José Luis Fernández, “se quiere reivindicar el paso de la agricultura a las ciudades, donde se pretende que tenga su propio protagonismo”.
El término procede de la idea que acuñó Tomás Moro, filósofo inglés del siglo XV, refiriéndose a una ciudad ideal. “Moro —comentó el autor del libro— ya contemplaba que los huertos debían formar parte de la actividad de las ciudades, así como parte intrínseca de su diseño”.
Esta utopía tiene también su parcela para el pequeño huerto doméstico y contempla cómo todos los habitantes de la ciudad “están obligados a pasar una parte de su tiempo en el campo para hacer actividad agrícola y de esa forma poner en valor una de las actividades primordiales que, dentro de nuestros entornos urbanos, se ha ido perdiendo y de los que cada vez nos hemos distanciado más”.
Los huertos urbanos como forma de subsistencia tienen una larga tradición, cuyo origen se encuentra en periodos de crisis o de conflicto, cuando las urbes se han visto salpicadas de pequeñas plantaciones para poder alimentar a sus habitantes. En la actualidad, son muchas las ciudades del mundo que mantienen este tipo de huertos para sobrevivir.
“En África —explicó Fernández Casedevante— las grandes capitales producen cerca del 30 por ciento de la comida que se consume, sobre todo frutas y verduras, en el propio entorno urbano y en su área, es decir que está ligada a la subsistencia de muchas ciudades”.
Y a lo largo de la historia, en muchos episodios como guerras mundiales o grandes crisis como la gran depresión, o en ciertos periodos de crisis en países latinoamericanos, los huertos urbanos garantizaban la subsistencia de los habitantes de las ciudades. En el contexto actual y en los países enriquecidos, los huertos dedicados a la agricultura no cumplen ese objetivo de subsistencia.
Las plantaciones urbanas “son, en la actualidad, huertos comunitarios, clave del futuro que sirven sobre todo para realizar una labor de educación ambiental entre la población como nuevos espacios de sociabilización en los barrios; espacios de encuentro que funcionen como centros sociales al aire libre, en los cuales se convive con la horticultura junto actividades sociales culturales y artísticas”, subrayó Fernández.
El valor de los huertos urbanos no es tanto por lo que producen, puesto que la cantidad de comida es relativamente pequeña, sino por la cantidad de gente que se aproxima a ellos para saber cómo funciona el sistema agrario. Esto deriva a medio plazo en el conocimiento de las injusticias sociales que provocan los desastres ambientales.