Os proponemos la lectura de una parte del libro “Vallekas, Puerto de Mar”. Fiesta, identidad de barrio y movimientos sociales, de Elizabeth Lorenzi. Páginas 30-32.
Del movimiento de barrios al movimiento vecinal
No es casual que fijemos nuestra mirada en el desarrollo del movimiento vecinal. Quizás fuera Manuel Castells (M. Castells, 1983: 299-301) uno de los primeros sociólogos que puso el acento en la importancia de este movimiento. Este autor consideró la movilización social que tuvo lugar durante los años setenta en los barrios de las ciudades españolas como el movimiento urbano más extenso y significativo en Europa desde 1945.
El barrio se convirtió así en una base organizativa, y las asociaciones desempeñaron el papel de agente de cambio social. Bajo su impacto se transformaron las ciudades españolas, las instituciones políticas y se mejoraron las relaciones sociales dentro de los barrios. Fue un componente esencial en la creación de una cultura política capaz de aglutinar un amplio apoyo popular en la lucha contra el franquismo.
En este proceso, los partidos políticos se vieron obligados a considerar y propiciar mecanismos de democracia participativa en los ayuntamientos. El movimiento de barrios fue una lucha que, al contrario de las movilizaciones sindicales o de liberación nacional, se desarrollaba en el ámbito de la vida cotidiana de los sujetos que en aquel periodo estaban más netamente sustraídos de una relación laboral directa con el capitalismo: mujeres, parados, tercera edad, jóvenes. Esto no quiere decir que en estas movilizaciones no participaran o tuvieran protagonismo los trabajadores varones, sino que estos últimos no dotaron de contenidos a las reivindicaciones.
En este proceso, y como más adelante reseñamos, colocamos a Vallecas en uno de los centros de la movilización, principalmente porque fue allí, en el barrio de las casitas autoconstruidas de Palomeras donde se manifestó con más fuerza la politización del barrio, hasta el punto que a esta zona se le atribuye el nacimiento de las primeras asociaciones de vecinos.
Antes de continuar quiero remarcar que, aunque tomemos el concepto «vecinal» como atributo del movimiento y desarrollemos la historia de las asociaciones de vecinos, éstas no son las únicas cristalizaciones de las inquietudes y de las necesidades políticas que se estaban gestando en aquel periodo. El movimiento de barrios fue uno de los pocos terrenos que el Estado, de vocación siempre fascista, no logró gestionar políticamente, en buena medida porque se trataba de una expresión nueva y la única forma de bloquearla era la represión policial.
La promulgación en 1964 de la Ley de Cabezas de Familia, fue un intento por parte del Estado de introducir unas reglas de juego en este campo tan incierto. Sin embargo esta legislación se convirtió pronto en un arma de doble filo para la propia dictadura. Por un lado, sentó las bases para la formalización y control de las luchas de barrio; por otro, la formalización se convirtió en una cobertura legal idónea para las reivindicaciones. La ley dió cobertura a las asociaciones de vecinos. Las asociaciones legales se convirtieron en la punta del iceberg de lo que se cocía abajo, en los barrios. Las instituciones se vieron desbordadas por el recurso legal que habían puesto en las manos de los activistas de los barrios, trastocando las expectativas que tenía el régimen al formular la ley con el propósito de controlar un movimiento que les era desconocido.
Me interesa señalar que el proceso de articulación del movimiento de los barrios en asociaciones de vecinos estuvo también cargado de polémica. Según Rodríguez Villasante, las asociaciones de vecinos más combativas eran aquellas que se habían formado a partir de las comisiones de barrio ya existentes (Rodríguez Villasante, 1978: 53-54). Por lo tanto, el tan celebrado movimiento vecinal no surgió espontáneamente sino de una articulación política previa muy vinculada a prácticas políticas de resistencia frente al franquismo.
El movimiento de barrios, lo que más tarde se ha definido como movimiento vecinal, estaba atravesado por las propias aspiraciones y necesidades políticas de los habitantes del barrio y de las múltiples inquietudes de activistas de diferente filiación que trataban de hacer una política de resistencia al régimen de Franco.
A las asociaciones de Vallecas, siendo un barrio tan marcado por las necesidades así como por una resistencia organizada, acudieron militantes de los partidos clandestinos, como el omnipresente PCE o los partidos de vanguardia (ORT, PT, UCL), pero también cristianos de base (JOC, HOAC), sacerdotes, artistas, jóvenes, estudiantes y profesionales que sentían la necesidad de hacer política antifranquista sin tener que afiliarse a ningún partido. Algunos de los habitantes del barrio, en su mayoría inmigrantes del campo, traían ya consigo su propio pasado político marcado por la postguerra. Muchos de los varones vivían conflictos laborales en las fábricas y en los talleres y recibían una instrucción política en el seno de las organizaciones ilegales sindicales o de partido.
En este contexto se crearon distintas organizaciones de barrio, en la mayoría de los casos alrededor de las parroquias. Algunas de ellas sin identificación política, pero otras definidas claramente por la filiación y la estrategia política de sus militantes (esta asociación es de la ORT, aquella del PCE). La creación de las asociaciones de vecinos ofrecía, en muchos casos, una protección formal y un definitivo impulso de agregación en las realidades organizadas ya existentes. Ésta fue sin duda la razón de la rápida profusión de asociaciones de vecinos en la década de 1970.
Este auge fue además directamente proporcional al debilitamiento del régimen de Franco, que prácticamente expiró con su muerte en 1975. A partir de este momento, el modelo de la asociación de vecinos se convirtió en hegemónico como método de lucha por las necesidades locales. La reconstrucción histórica, que pretendo realizar, de este movimiento en Vallecas se nutre de numerosos textos producidos desde la práctica política de estas asociaciones en su preocupación por reconstruir su propia historia.
…continúa con “Vallecas, cuna del movimiento vecinal”. Te animamos a seguir leyendo este interesante libro.
“Vallekas, Puerto de Mar”. Fiesta, identidad de barrio y movimientos sociales.
Elizabeth Lorenzi. Proyecto Editorial Traficantes de Sueños. La Tarde Libros. Junio 2007.
192 Págs. 15€. Ilustraciones e imágenes a color.
Puedes conseguirlo gratis en formato pdf pinchando aqui.