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EKO: Cultivar un huerto urbano para combatir la desigualdad social

Fuente: noticanarias.Barcelona, Madrid y Sevilla impulsan estas iniciativas para jóvenes y mayores en riesgo de exclusión 

Barcelona es una de las ciudades en las que el fenómeno de los huertos urbanos ha entrado con fuerza, no solo como opción individual, sino también como herramienta municipal de política social. «Más allá de los beneficios individuales que pueden aportar los huertos (bienestar físico y psicológico, conexión con la «naturaleza», etc.), también pueden ayudar a mejorar la cohesión social, reactivar la circulación de conocimientos sobre agricultura entre la población urbana y la población joven, producir nuevas subjetividades en torno al derecho a la ciudad o promocionar los circuitos cortos alimenticios», apunta la investigadora de la UOC Laura Calvet-Mir. «Los huertos urbanos ponen sobre la mesa que es importante repensar cómo nos relacionamos en el ámbito urbano, qué significa el espacio público, cómo debemos consumir, etc.», añade el también investigador de la UOC Hug March.

Así lo recoge el estudio «Sembrando vida en las ciudades: beneficios sociales y ambientales de los huertos urbanos de Barcelona», que ha analizado el caso de Barcelona, liderado por el grupo de investigación TURBA Lab del IN3-UOC.

Si se amplía el campo de investigación y se elabora una radiografía del conjunto del Estado español, la conclusión es similar: «Las principales motivaciones son la producción de alimentos de calidad, el mantenimiento de las tradiciones y el ejercicio físico». Lo que es evidente es que no se trata de una moda, todo lo contrario: «Cada vez los huertos urbanos serán un elemento más normal en el paisaje urbano», apunta March.

Cultivar un huerto para combatir la exclusión social

 

Existen tres iniciativas públicas impulsadas en la ciudad de Barcelona: la Red de Huertos Urbanos, la Red de Huertos Urbanos Comunitarios y el Plan BUITS. La investigación en la que han participado los investigadores de la UOC ha detectado que la Red de Huertos Urbanos Comunitarios «posee una lógica explícitamente política que incluye aspectos sociales y políticos que trascienden la gestión del huerto y la producción de alimentos». Según los investigadores, estos huertos expresan un concepto amplio y radical de lo que es la horticultura política: el cultivo de un huerto como herramienta para combatir la injusticia estructural y las políticas urbanas neoliberales.

El origen de la Red de Huertos Urbanos Comunitarios (2009) fue reunir los huertos creados por movimientos sociales o asociaciones de la ciudad. La mayoría se establecieron ocupando solares vacíos al margen de las administraciones públicas y funcionan de manera informal. Y su objetivo es ser un espacio de intercambio de ideas y recursos, como las semillas.

De hecho, el Plan BUITS, que puso en marcha el Ayuntamiento en 2013 para aprovechar los solares que habían quedado sin actividad, guarda ciertas similitudes y la investigación apunta que, «voluntariamente o no», se refleja en el movimiento de los huertos ocupados con argumentos distintos como «el emprendimiento social o la corresponsabilización ciudadana». El Plan BUITS consiste en la cesión gratuita, durante tres años, de solares vacíos a entidades sin ánimo de lucro. De los catorce proyectos iniciados en 2013, nueve eran de horticultura urbana. En 2016 se añadieron cinco más con la nueva convocatoria del Plan BUITS.

Medio centenar de huertos urbanos en Barcelona

Los actuales huertos urbanos en la capital catalana han surgido principalmente en los últimos veinte años. De hecho, de los 54 huertos urbanos que había en la ciudad de Barcelona a comienzos de 2017, solo tres se habían creado antes del año 2000. La tercera gran iniciativa es la Red de Huertos Urbanos de Barcelona, creada en 1997 y que impulsa el Ayuntamiento para desarrollar huertos urbanos y ecológicos para personas mayores de sesenta y cinco años y personas con riesgo de exclusión social. En 2017 había quince y todos reúnen las mismas características.

Calvet-Mir señala que, más allá del caso de Barcelona, hay ejemplos en muchas otras ciudades en el ámbito catalán, por ejemplo en Sant Cugat, o a escala estatal en Madrid o el Parque de Miraflores, en Sevilla.  

Este último está impulsado por una entidad que promociona la recuperación de una zona agrícola que la Administración tenía abandonada, y que consigue recuperarla y convertirla en el alma de un gran proyecto, la Escuela Agrícola Urbana Huerta Las Moreras —con los huertos urbanos como instrumento de cohesión social y herramienta de trabajo en la educación ambiental de los más jóvenes—, escuela que constituye un ejemplo de transformación social con el huerto como herramienta. Actualmente, se desarrollan cuatro grandes programas: huertos escolares, itinerarios pedagógicos, huertos de ocio para adultos e invernadero joven, dirigido a alumnos de sexto de primaria y primero de ESO.